En el cine, el teatro y los libros es posible. Los cinéfilos, teatrófilos y librófilos saben que las obras tienen un comienzo, un desarrollo y un fin. Pues bien, casi todas nos muestran el comienzo de la historia de los protagonistas (en imágenes planas, en imágenes tridimensionales o en caracteres que bosquejan imágenes en nuestro cerebro). En este inicio habitualmente no tenemos más datos que los que importan para el desarrollo y si los tenemos es pura y exclusivamente desde el punto de vista del autor, el libretista o el director de la obra. Desde allí el/los/las protagonistas viven su vida que transcurrirá en un lapso de 90 a 120 minutos o de 250 a 300 páginas sin importar el tiempo real transcurrido para sus peripecias. Toda esta lección de vida se resolverá como máximo en los últimos 10/15 minutos ó páginas y resultará en un final sin vuelta, a lo sumo en una duda del espectador/a-lector/a respecto a si el fin es para bien o para mal del protagonista. No es habitual que haya finales de obra sin un mensaje directo o subliminal. Esto es indudablemente un recurso necesario (en estas disquisiciones no entran ni Bis Broders ni Realitis Chows, aunque siguen caminos parecidos pero para el lado del voyeurismo). Tambien es un recurso utilizado el que haya segundas, terceras, cuartas, quintas o sextas partes (TO BE CONTINUED) que permiten saber que paso luego o que había sucedido antes, sino recordemos Rambos, Rockys y Guerras de las Galaxias.
Por algún lado leí, oí o vi que existe, en Japón, el Teatro NO. Este tipo de teatro, según parece, no tiene una resolución tan fácil como la occidental y cristiana y puede durar horas contando una historia en su ánimo de ser realista.
A que viene todo esto, pues bien, luego de que los seres humanos pasan por .... OTRO QUE CONTINUARÉ ALGÚN DÍA.
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